Por qué un “detox” digital no es la panacea ni mucho menos

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Los efectos del “detox” digital varían ostensiblemente de una persona a otra y, aunque a veces son positivos, en otras ocasiones pueden llegar a mermar nuestro bienestar.

La tecnología que tan fácil hace nuestra vida cotidiana en muchos sentidos es también una auténtica tirana que nos encadena con grilletes a sus encantos fenomenalmente corrosivos. Por culpa de nuestra dependencia de los «gadgets» tecnológicos somos incapaces de hacer contacto visual (y conversar normalmente) con nuestros amigos y familiares y nos sentimos al borde del precipicio cuando nos quedamos sin cobertura en el móvil. Por esta razón, y conscientes de que somos unos auténticos esclavos de la tecnología, muchos intentamos hacer «detox» digital para desembarazarnos de los perjuicios solapados a nuestra adicción al smartphone y otros dispositivos digitales.

Basta hacer mínimamente scroll en Instagram o en LinkedIn para constatar que el «detox» digital está en la cresta de la ola, en particular en esta época del año, cuando se apoderan de nosotros buenos propósitos que no tardan lamentablemente en languidecer según avanza el mes.

Pero, ¿hasta qué punto es eficaz hacer un «detox» digital? Si buena parte de nuestra vida (la profesional al menos) está atada de pies y a manos al teléfono, ¿hasta qué punto podemos permitirnos el lujo de renunciar al smartphone de nuestros amores durante un periodo más o menos prolongado de tiempo?

El estudio «Digital detox: An effective solution in the smartphone era?» concluye que un «detox» digital en su vertiente más extrema podría no ser necesario después de todo. «Los efectos del ‘detox’ digital en la salud, el bienestar, las relaciones sociales, el autocontrol y el rendimiento pueden variar ostensiblemente. Algunos estudios sugieren que el ‘detox’ se traduce efectivamente en efectos positivos, mientras que otros determinan, por el contrario, que no hay efecto positivo alguno y que el ‘detox’ puede traducirse incluso en consecuencias negativas para el bienestar», aseguran los autores del informe.

Hacer «detox digital» no es sinónimo de éxito ni mucho menos

Parece, por lo tanto, que hacer un «detox» digital no aporta necesariamente los beneficios que cabría esperar, puesto que tales beneficios difieren mucho de una persona u otra.

Se trata de una conclusión en modo alguno sorprendente si tenemos en cuenta que todo proceso de desintoxicación entraña muchísimos desafíos y está lejos de ser fácil (además de que no pone sobre la mesa soluciones únicas para todos).

Afortunadamente hay opciones menos intrusivas cuando nuestro objetivo es tratar de cortar amarras con la tecnología. A veces pequeños gestos como apagar el móvil una hora antes de meternos en la cama bastan para reducir nuestra dependencia de los dispositivos digitales sin renunciar a ellos por completo.

En un artículo para Fast Company Shawn Casemore sugiere otras técnicas eficaces que pueden ser una buena alternativa al «detox» digital:

  • Limitar el uso del teléfono, el portátil o la tablet a una hora al día durante los fines de semana.
  • No utilizar el móvil como despertador.
  • Leer de vez en cuando libros de papel en lugar de recurrir invariablemente a los eBooks.
  • Dejar el smartphone en casa cuando vamos a reunirnos con amigos y familiares.
  • Reemplazar el tiempo dedicado a Netflix y compañía por los juegos de mesa.
  • Fijarse como regla (absolutamente inquebrantable) no utilizar nunca el móvil cuando estamos sentados a la mesa.

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