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Damián Martínez, fundador del festival, explica los motivos que han dado lugar a este particular concurso.
El certamen, sponsoreado por la escuela de creatividad Brother Buenos Aires, celebra los peores trabajos publicitarios premiando a los concursantes con becas de estudio. Su fundador, Damián Martínez explica los motivos detrás de este particular concurso. El festival se denomina El Pómulo porque «se realiza entre El Ojo de Iberoamérica y El Diente». Se trata de un concurso gratuito donde se pueden inscribir piezas de todo tipo. Los ganadores de la Peor Idea obtienen una beca completa para realizar el curso anual de creatividad en Brother Buenos Aires.
Damián, fundador de El Pómulo, es director creativo en Brother at Home, profesor de Creatividad Digital en Brother y ganador de premios en festivales como Cannes, Clio, D&AD, Diente, Ojo, entre otros.
¿Por qué nace El Pómulo?
El festival nace por tres motivos:
- Primer motivo: «Cuando entré en Ogilvy en 2013 compartí el piso con un equipo de creativos brillantes que me ayudaron muchísimo. Y ellos tenían un «Chotfolio Night», una noche donde miraban sus carpetas de trainee y se daban premios a las ideas que murieron en el camino. Esa fue la chispa que dio inicio a El Pómulo. Ver a un grupo de personas que admiraba matarse de risa de sus propios laburos me llenó de esperanza e ilusión», explica Maravilla.
- Segundo motivo: Existen muchísimos festivales de publicidad. Se necesitaba un Pómulo.
- Tercer motivo: El Pómulo premia lo peor porque sabe que se puede tener ideas pésimas, luego aprender de ellas y crecer. Hasta los profesionales más admirados alguna vez hicieron trabajos poco iluminados. En una industria en la cual todos quieren ser el mejor, reírnos de nosotros mismos puede hacer bien.
Martínez destaca que la competencia publicitaria fomenta mejor creatividad. El director creativo tiene motivadoras recomendaciones para los estudiantes publicitarios: «No abandonen. No se dejen ganar por la frustración. Yo tenía 28 años, estaba desempleado, tenía una carpeta mediocre y fui rechazado por el 90% de las agencias de publicidad de Buenos Aires», afirma.
«Cuando dejé de hacer ideas para la carpeta y empecé a hacer cosas para mí, por diversión, cambió todo. Disfruten de hacer porque sí. Pensar porque sí. Divertirse porque sí. Y no lo hagan porque se los piden, sino porque quieren. Cuando disfrutas del trabajo se nota y eso vale mucho».
Nota de Prensa.
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