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¿Por qué se nos escurre el tiempo entre los dedos en internet? ¿Debemos echar la culpa a los malévolos algoritmos de las redes sociales?
Puede que dejar de trabajar durante unos minutos para deleitar nuestras retinas (y apaciguar nuestras neuronas) contemplando vídeos de gatitos en internet no parezca a bote pronto excesivamente grave. Pero lo cierto es que, una vez nos zambullimos en las procelosas aguas de la red de redes, nuestro cerebro parece incapaz de emerger a la superficie y se queda atrapado invariablemente en las profundidades.
Consumir aisladamente algún «meme» en internet no desangra necesariamente nuestra productividad. El problema es que, cuando navegamos por la red, quedamos aprisionados a menudo en una suerte de agujero de conejo del que somos incapaces de escapar (y donde podemos llegar a pasar horas encerrados).
Pero, ¿por qué se nos escurre el tiempo entre los dedos en la red de redes? ¿Debemos echar la culpa a los malévolos algoritmos de las redes sociales? ¿O hay algo en nuestros hábitos online que nos lleva a hacer clic sin orden ni concierto en internet?
Kaitlin Woolley y Marissa Sharif, profesoras de la Universidad de Cornell y la Escuela de Negocios Wharton respetivamente, ha colocado bajo la lupa estas y otras cuestiones analizando los hábitos de 6.445 usuarios de las redes sociales.
De acuerdo con la investigación emprendida por Woolley y Sharif, que ha visto la luz en Harvard Business Review, hay que 3 factores que hacen que nos sea casi imposible contemplar un vídeo y nada más cuando elegimos evadirnos en internet:
- Número de vídeos. Cuando más vídeos contemplamos en la red de redes, más vídeos deseamos consumir. Ver cinco vídeos hace que la gente esté un 10% más predispuesta a visualizar más contenido que aquellos usuarios que han contemplado un único vídeo.
- Similitud. Contemplar vídeos que están emparentados con temáticas similares se lo pone más difícil a los internautas a la hora de zafarse de las garras de internet y volver al trabajo.
- «Timing«. Ver vídeos uno detrás de o intercalar, en cambio, su consumo con otras actividades afecta al afán (rayano en la adicción) con el que tales vídeos se consumen. Quienes ven vídeos de manera ininterrumpida están un 22% más prestos a ver más vídeos que quienes los alternan con otras actividades.
Parece, por lo tanto, que cuantos más vídeos de naturaleza similar contemplemos, mayor será nuestra compulsión a la hora de consumirlos.
«Estamos más propensos a quedar atrapados en la red si vemos muchas fotos y muchos vídeos de manera continuada, si consumimos múltiples piezas similares de contenido y si no realizamos ningún tipo de interrupción mientras consumimos el contenido. En este sentido, para evitar caer en el agujero del conejo, debemos esforzarnos en ver un único vídeo, elegir vídeos no relacionados entre sí si vamos a ver contenidos de manera encadenada y hallar fórmulas para interrumpir de manera deliberada el contenido que consumimos», concluyen las autoras del informe.
Lo que es evidente es que la red de redes es cada vez más inmersiva y resulta harto complicado liberarse de sus fauces. Por eso, cada vez que buceemos en internet en busca de entretenimiento, deberíamos tener presentes todos aquellos factores que nos hacen más susceptibles de deslizarnos por un agujero de conejo que dinamitará ineludiblemente nuestra productividad.
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