8 activistas que ayudan a las marcas a lanzar mensajes con valores

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Desde defensores del colectivo LGTBI a jóvenes que luchan contra el racismo, estos ‘influencers’ trabajan para impulsar una publicidad honesta.

En un contexto en el que cada vez estamos más sobreinformados y expuestos constantemente a miles de mensajes, las marcas deben saber diferenciarse y comunicar su propósito de una manera clara y eficaz. Por eso, algunas compañías recurren a influencers “comprometidos” que ponen su voz al servicio de diferentes causas sociales construyendo potentes y convincentes discursos.

Así, defensores de los derechos del colectivo LGTBIQ+, de la diversidad, de los animales, activistas medioambientales y personas que luchan contra los estereotipos racistas son un gran atractivo para aquellas empresas que realmente tienen unos valores claros en estos ámbitos.

Hannan Midan, de origen marroquí, es una de las jóvenes que lucha contra la discriminación de la comunidad árabe. Trata con humor situaciones racistas a través de publicaciones que difunde en redes sociales y en los últimos años ha participado en campañas de Playground, Spain, Médicos Sin Fronteras, BBVA Aprendemos Juntos y Levi’s. Admite que esta última marca es con la que más ilusión le ha hecho trabajar. “Nunca había imaginado que podría trabajar con ellos y ser una de las protagonistas de la campaña”, dice.

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El objetivo de romper estereotipos

Yu Fu también busca romper estereotipos sobre su cultura: la china. Como parte del equipo de activistas (e influencers) de la agencia LOFT, ha colaborado con compañías de la talla de Disney y explica que “trabajar con una empresa tan grande supone un reconocimiento importante”. “Es una oportunidad para que más gente pueda escuchar mi voz y mi versión de las historias”, señala.

Por su parte, Roberto Piqueras es un firme defensor de los derechos del colectivo LGTBIQ+. Dedicado profesionalmente al área de la acción social, ha participado en campañas de Absolut o Reebok, y colaborado con organizaciones como Sónar o el Museu del Disseny de Barcelona.

Piqueras, como otros activistas, considera que la publicidad “sigue siendo sexista”, pero muchas campañas no nos llegan porque, debido a las cookies, las plataformas y redes sociales nos presentan “aquellas campañas que se adaptan a nuestra percepción del mundo”. Así, dice que, aunque los percibimos menos que antes, este tipo de anuncios sexistas sigue estando presente en medios tradicionales como la televisión o la publicidad exterior.

Modelos ‘curvys’: ¿moda o inclusión real?

Otra de las influencers que usa su voz para abogar por la igualdad es Ana Pizarro. Es fotógrafa, creadora de contenido y modelo de tallas grandes, y su activismo se centra en luchar contra la gordofobia. Ante la inercia de las marcas de moda de incluir cada vez más cuerpos curvys en sus campañas, opina: «Creo que no lo hacen tanto por moda sino por demostrar una ética que realmente no tienen, y así atraer a ese nicho de mercado que durante mucho tiempo estuvo olvidado. Es más una capitalización del mensaje que otra cosa para cubrir la demanda de un público muy amplio e incrementar así su clientela”. Con ello, no quiere decir que no existan marcas “coherentes” con su mensaje, pero apunta que la mayoría “utiliza esa supuesta visibilidad más como reclamo y no tanto como activismo”.

Pizarro insiste en que “es muy grave que en pleno 2022 las personas de talla grande, aún no podamos tener una experiencia de shooping como la tendría una persona con normo talla”. Además, lamenta que algunas marcas no tienen una intención real de cambiar las cosas. Pone el ejemplo de MANGO, que el año pasado “vendió la idea de inclusión diciendo que VIOLETA, su línea de tallas grandes, desaparecería para incorporar así en MANGO WOMAN todas las tallas”.

“Se marcaron una campaña muy atractiva con una top model curvy famosa prometiendo así, la unión de ambas marcas. Todo parecía muy bonito hasta que nos dimos cuenta que el servicio no era el mismo y que su filosofía había cambiado. Las tallas estaban en tienda, sí, pero en un burro separado en un cuartucho cutre. Yo viví la experiencia de primera mano y fue horrible darme cuenta del engaño. Ahora, no disponen de tallas plus size en tienda y la única manera de acceder a las tallas grandes es online”, cuenta una de las muchas activistas que luchan contra esta situación.

Veganismo y autocuidado

Con consejos y recetas a través de sus redes sociales, Clau Fernández educa sobre el veganismo y anima a sus usuarios a comenzar en este modo de alimentación. Habla además del cuidado del planeta y de uno mismo, y ha creado Feel Good Club, una comunidad online en la que aprender a hacer las paces con el cuerpo, la comida y el deporte.

Explica que todos estos temas están relacionados: “Para mí, la nutrición es autocuidado. Sanar mi relación con la comida es autocuidado. Disfrutar de la comida es autocuidado. Prepararme comida que me gusta y me hace sentir bien es autocuidado”. En concreto, la nutrición es una de las acciones de autocuidado que más repetimos a diario. “Cada día tienes 3 oportunidades para mejorar tu relación con la comida y elegir una nutrición libre de sentimientos de culpa, fracaso o miedo. Una nutrición que no solo sea buena para tu salud física, sino también para tu salud mental”, prosigue.

Por otro lado, asegura que el veganismo “es una forma de amor propio”. “Actúo acorde a mis valores y llevo una vida vegana porque me respeto. Si después de haberme informado de los niveles de explotación y maltrato animal, siguiese participando en ello, estaría haciéndome daño a mí misma”, concluye.

Activistas en defensa de la sostenibilidad

Precisamente una de las empresas con las que ha colaborado Clau Fernández es Bask, una marca de moda sostenible creada por el también activista Jon Kareaga, recién aterrizado a la agencia de influencers LOFT. Tras viajar al país más contaminado del mundo, Bangladesh, este joven fundó su propia empresa con el fin de ofrecer una alterativa a la ropa tradicional y reducir el impacto medioambiental de la industria de la moda.

“No somos conscientes el gran papel que desempeñamos con individuos en esta sociedad, del poder que tenemos para ejercer un cambio hacia un sistema donde las personas, el planeta y todos sus habitantes estén en el centro. Pero para eso, necesitamos que más gente se una a esto”, dice uno de los activistas más reconocidos de este ámbito.

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En este sentido, Kareaga cree que las redes sociales se han convertido en la “herramienta perfecta para seguir humillando la palabra sostenibilidad”, ya que utiliza a personas públicas como canal para que sus “estrategias de lavado de cara lleguen de una manera más eficiente”. “Afortunadamente dentro de todos estos catálogos de consumo, vidas romantizadas y estereotipos inalcanzables, pequeñas personas y marcas que estamos liderando un cambio hacia un planeta más sostenible y justo, hemos conseguido crear ??espacios seguros donde predomina la creatividad, el pensamiento crítico y el respeto hacia todo lo que nos rodea”, señala el joven, quien confía seguir inspirando desde la pequeña pantalla.

El papel de las redes sociales

La influencer conocida como Afropoderossa también cree que “las redes sociales pueden jugar un papel “muy importante”. Desde 2017, se dedica a dar visibilidad de la población afro en España así como a compartir información relevante del continente africano.

“Las redes te conectan con muchas personas y su alcance puede ser enorme. Además, hay temas y actitudes en los que hemos sido educados en ‘casa’ y pensamos que esa educación recibida o lo que vivimos en nuestro día a día es lo correcto. Hasta que no nos relacionamos y conectamos con otras personas no nos damos cuenta de que la vida es diversa y de que muchas veces lo que hemos entendido como ‘normal’ o ‘correcto’ no es así. Este es el gran poder de las redes sociales: hacernos reflexionar y hacernos ver otras realidades muchas veces sin salir de casa”, afirma.

Otra de las activistas que usa sus herramientas digitales es Estels, que trabaja por normalizar la alopecia en las mujeres, utiliza plataformas como Instagram para difundir su mensaje. “El hecho de ver a una mujer calva impacta mucho más a través de fotografías y vídeos, hace que el mensaje cale mucho más”, dice. Por su parte, Yu Fu alega que a través de las redes se puede alcanzar una población inmensa y que el tiempo está demostrando que, “si el contenido es bueno y trasmite buenos valores, tarde o temprano el mensaje llegará a la gente”. Hanna Midan, en la misma línea, manifiesta: “Como activistas no tenemos mejor medio, para difundir y denunciar nuestras causas que las redes sociales”.

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